domingo, 12 de julio de 2015

Un Amor Eterno

Sopla el viento entra y mece con fuerza el lecho sagrado...
la cama que cobijó los dolores de su amada.

Duerme triste desde hace tiempo, llorando su cruel partida,
contemplando el cuerpo inerte de la mujer de su vida.

Aún recuerda los momentos de aquella cruel despedida,
cuando tomando su mano le dijo: me voy mi vida.

Ella y él eran un ser, respiraban casi iguales,
sin ella él no puede seguir, lo que prefiere es morir.

Porque nunca estuvo preparado para afrontar su partida.
Pide a Dios que perdone su pecado, pero se va a su lado.

Para hacerlo él beberá una pócima venenosa
que le permitirá dejar este mundo con sus cosas.

Y besando esa macabra figura, permanecerá por siempre
abrazando en su locura, el cuerpo que nunca pudo
llevar a una sepultura.



Derechos de autor Ricardo Picó