ELLA
Comienza su jornada algo impaciente
envuelta en ropa transparente y perfumada,
va mostrando su belleza a aquellos clientes
que se arremolinan en la entrada.
Es joven, de pechos aún precoces
de cabello tan negro y fascinante
que provoca a los hombres con sus poses
de hembra sensual y fulgurante.
El viento asalta su hermosura
excitando aún más a los curiosos,
quienes al ver su piel casi desnuda
aviva la libido impetuosa.
Con la mirada cabizbaja se encamina
hacia el cuarto donde venderá placer,
aún culpable, pues la sociedad le recrimina
que ella es una puta y por tal, mala mujer.
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Ricardo