Que nadie sepa el llanto
de mis ojos,
que nadie cuente mis
tristes margaritas,
que duerman en el
olvido los abrojos,
y en impotencia muera este
amor que hoy se marchita.
Que se sumen al ocaso los recuerdos,
para en éste ahuyentar
los sentimientos,
que, en la huida del gran
sol van los lamentos,
tumba inexorable de esta
pasión que ha muerto.
No se puede ser guerrero solitario,
pues la lucha del amor
siempre es de dos,
si hoy quien amo ve en mi
anhelo su calvario,
yo prefiero acallar... ésta
mi voz.
Hoy tengo que llorar al cielo
lanzando mis plagarías
solo al viento,
pues comprendo que al
emprender su vuelo,
ella decidió desdeñar
lo que yo siento.
Derechos de autor: Ricardo Picó Mora
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Ricardo