Lúgubres y tristes las veredas
sinuosos recovecos miserables
dos putas transitan las aceras
con mirada y corazón impenetrables.
La luz de una bombilla titirita
la leve llovizna la ha alcanzado
tres hombres discuten por la guita
repartiéndose con ansias lo robado.
Un tipo tambaleante se aproxima
los choros intercambian sus miradas
el borracho los mira por encima
mientras silba a sus putas tan deseadas.
Es cliente de las dos, pues las conoce,
las ve acercarse en danza de siluetas
los pillos lo provocan con un rose
él saca su pistola y sin piruetas,
dispara tres tiros muy certeros.
“Es el paco” grita alto una ramera
mientras yacen en el suelo los rateros
impregnando de guadaña aquella acera.
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Ricardo