domingo, 4 de octubre de 2015

EL OLIVAR DE UN NIÑO

   
Que las hojas de su olivo se marchitan
a pesar de que él las riego con esmero
asume un viejo labrador cada mañana,
cuando observa su olivar por la ventana.

Que un secreto esconde aquello, está seguro.
pues no es normal que su olivar se seque tanto.
Si es tierra fértil donde entierra sus raíces,
y hoy ha perdido hasta los nidos de perdices.
Ya mucho tiempo ha pasado desde entonces,
cuando sus olivas eran fruto apetecido,
cuando los caminantes las tomaban libremente
y por puñados las robaban sus vecinos.
¿Será que está muy cerca de la acera? él se pregunta
si lo replanta en otro lado, tal vez muera.
su abuelo mismo lo sembró en ese lugar
no quiere ser él quien lo termine de matar.
El viejo se da cuenta que sus raíces han quemado
que un indolente su olivar ha lastimado.
Busca esa marca que de niño él grabó
pues en su olivar su nombre propio él escribió.
Aunque la busca, aquella marca ya no está
parece que el transcurrir del tiempo la ha borrado.
o es tan solo el aviso que la vida de su olivo
junto a la vida de aquél niño ha terminado.

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Ricardo