El verdor del arrozal
con el rocío de la mañana,
a lo lejos la casona del patrón
donde sirven mis hermanas.
los fogones, los sarténes.
Yo corro por los caminos,
salto charcos, hago trenes.
Van llegando los peones
a comer de los fogones.
El patrón pasa en su coche
empolvando los mesones.
En la mesa de aquel viejo,
le espera: pavo y bebidas,
servida en platos de plata
por mis hermanas sufridas.
Él es dueño de la tierra
de las casas, de la gente.
El patrón es casi un diablo
a quien odio intensamente.
Vivas están en mi mente
las marcas de mi niñez:
el llorar de mis hermanas
padeciendo su preñez.
Aquél viejo malnacido
demostrando su ruindad,
tomó de la más pequeña
su luz, su virginidad.
Hoy un niño rechazado
en un presidio se consume,
es el hijo que el patrón
engendró y abandonó.
me han llenado de dolores.
Ya el arrozal no es tan verde,
ni las plantas echan flores.
Autor: Ricardo Picó Mora
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