Sopla el viento entra y mece con fuerza el lecho sagrado...
la cama que cobijó los dolores de mi amada.
Duermo triste ya hace tiempo, llorando su cruel partida,
contemplando el cuerpo inerte de la mujer de mi vida.
Recuerdo aún los momentos de aquella cruel despedida,
cuando tomando mi mano me dijo: “tú eres mi vida”
-Ella y yo éramos uno, respirábamos iguales,
sin ella no puedo seguir, lo que prefiero es morir.
Porque nunca he estado preparado para afrontar su partida.
Dios perdone mi pecado pero me voy a su lado.
Para hacerlo hoy beberé una pócima venenosa
que me permita dejar este mundo con sus cosas.
Y besando su ya macabra figura, permaneceré por siempre
abrazando en mi locura, el cuerpo que nunca puede
llevar a la sepultura.
Con Registro en la Oficina de la Propiedad Intelectual
Ricardo Picó
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Ricardo