Quiero a mi amada esperar eternamente
aun sabiendo que ésta espera será larga,
tendré paciencia para que la espera valga
y en sus brazos me arrulle finalmente.
Este es el sueño que un pobre hombre tiene:
dormir eterno en esos brazos idos,
fundirme a ella en besos y suspiros
porque vivir soñando... es lo que más conviene.
A veces me pregunto: si no será un castigo
el vivir tan solo recordándola,
aun sabiendo que de su amor soy solo un misero mendigo.
Ya no me importa que pase en mi existir,
a su recuerdo me aferraré por siempre
porque olvidarla es tal como morir.
Derechos de Autor: Ricardo Picó Mora
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Ricardo